¡Ay mísero de mí, y ay, infelice!
Apurar, cielos, pretendo,
ya que me tratáis así
qué delito cometí
contra vosotros comiendo;
aunque si comí, ya entiendo
qué delito he cometido.
Bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor;
pues el delito mayor
del hombre es haber comido.
Sólo quisiera saber
para apurar mis desvelos
(dejando a una parte, cielos,
el delito de comer),
qué más os pude ofender
para castigarme más.
¿No comieron los demás?
Pues si los demás comieron,
¿qué privilegios tuvieron
qué yo no gocé jamás?

Don Pedro Calderón de la Piara

Estimados lectores, seguidores habituales, compañeros de pocilga. Hace ya casi un mes de nuestra última misiva y es, por tanto, el momento de que nos volvamos a ver. Así que, después de esta pequeña introducción literaria de nuestro compañero porcino Don Pedro Calderón de la Piara, pasamos a informarles.

Este mes, por desgracia, no hemos podido perpetrar ningún viaje, aparte de una escapada relámpago a Gerona que enseguida les contaremos, por lo que nuestro número se va a centrar fundamentalmente en Madrid, ciudad en la que todos habitamos.

Hemos sabido que Don Carlos Maribona en su estupendo blog ha citado una cena que compartimos, también habla de nuestra nueva web, www.los3cerditos.com que les invitamos a visitar, aunque es preciso señalar que la nuestra es una web puramente consultiva. A los que quieran opinar les recomendamos visiten el blog “Salsa de Chiles”, dirigido por Don Carlos, y en el que encontraran participaciones, abundantes, divertidas y variadas.

También nos han contado, que el señor Ansón, nos ha nombrado en un discurso. ¡Lo sentimos bruja!, pero este capítulo no te lo podemos dedicar, aunque ¡tranquila! que algo de Petrus sí que ha caído. Este sexto capítulo va dedicado al incombustible señor Ansón que sabemos nos lee y nos menciona. Don Rafael, le agradecemos la mención, pero no olvide que como siempre decimos: los cerditos lo ven todo, lo saben todo y no olvidan nada.
Dejando aparte las presentaciones, pasemos a lo que nos importa: nuestro pequeño capítulo mensual del cuento de los cerditos.

¡Viva Spanair!

Que no les lleve a engaño este título, no somos especialmente defensores de las líneas aéreas en general ni de ninguna en concreto, más bien al contrario, ya que como viajeros que somos más de una vez hemos sufrido los rigores de las dictaduras del transporte aéreo.

Sin embargo, al César lo que es del César, y el nuevo vuelo, que une Madrid con Gerona, instaurado por Spanair, nos permitió el que ha sido el único viaje de este mes.Se levanta uno prontito como a las siete y media, entre unas cosas y otras, a las once y poco está ya en la ciudad de Gerona dispuesto para dar un buen paseo y disfrutar de su maravillosa catedral, su apacible claustro, sus espectaculares alrededores, e incluso de la vista, aunque fuera de lejos, de Don Juli Soler estudiando en una biblioteca. Se come prontito y a las 8 de la tarde se está de vuelta en casa. Con los precios del Celler de Can Roca –sí, es ahí a donde fuimos- y de su carta de vinos, merece la pena el viaje incluyendo el billete de avión, y eso que no saben lo incómodos que son los asientos de avión para un cuadrúpedo.El Celler de Can Roca forma parte de la Santísima Trinidad: El Bulli, Mugaritz y El Celler de Can Roca. Quizás el restaurante más completo de España. Su carta rezuma creatividad, sus técnicas inundan los fogones más avanzados de todo el país y de muchos otros países, su cocina, una de las que tienen más personalidad de España, está llena de sabores de equilibrio, variedad y armonía.

Su carta de vinos, es la carta con más mimo y cariño que jamás estos cerditos hayan visto. Normalmente cuando se dice que una carta de vinos tiene precios ajustados, uno se suele referir a que los restauradores no incrementan mucho el precio de los vinos que ofertan respecto al precio habitual de compra actual en un establecimiento especializado, siempre que no sea Lavinia, claro. Pues bien, en el Celler de Can Roca, no es que no se incremente demasiado el precio, es que en multitud de vinos el precio está muy por debajo del habitual de compra. No sólo es amplia y barata, sino que además la presentación es exquisita, la selección está totalmente estudiada y pese a no ser perfecta (¿qué lo puede ser en esta vida?) es una de las más completas del mundo. Además “Pitu” Roca ama el vino como pocas personas lo hacen y eso se traduce no sólo en la elaboración de la carta sino también en su cuidado, mantenimiento y servicio. ¡Un lujo!

Normalmente, cuando hablamos de restaurantes lo hacemos de una visita en concreto, pero en este caso, vamos a hablar de un conjunto de visitas a lo largo del año, que nos han permitido hacernos una idea bastante completa de lo que se cuece en esta casa. Otoño, invierno y primavera. Cada visita distinta, pero cada una de ellas excelsa. Sus platos se adaptan a la estación utilizando los productos que en cada momento la naturaleza nos ofrece. Desde la contundencia de platos como la liebre a la royal, la mejor que hayamos probado en España, hasta la sutileza primaveral de un soufflé de espárragos a la brasa, pasando por su irrisoria factura, sus aperitivos y postres, el nivel de todos y cada uno de los platos es de sobresaliente. Pero no es sólo la impecable técnica lo que hace del Celler De Can Roca un lugar especial, lo que más nos impresiona es la trascendencia de su cocina. A veces uno se pregunta, independientemente de si funcionan o no, el por qué de determinadas combinaciones de sabores y texturas. Sin embargo, en el Celler de Can Roca, cada combinación tiene un sentido, una razón de ser. El plato de los mejillones al riesling reproduce en cada bocado las maravillosas sensaciones que este vino produce, los postres inspirados por perfumes tienen un claro objetivo organoléptico basado en la evocación, la isla del tesoro (ostra con tierra) es un canto al minimalismo culinario: mar y montaña, ¿para que más? El postre de leche de oveja es la sencillez del sabor lácteo verdadero, que algunos de los más jóvenes ni siquiera hemos conocido. En resumen, una visita indispensable, un templo del disfrute, uno de los grandes restaurantes de España y de Europa, una de nuestras mejores comidas del año. Lo dicho, ¡un lujo!

Madrid, Madrid, Madrid, pedazo de la España en que nací…

Ya les hemos contado que por desgracia este mes no hemos podido hacer más viajes, pero no se crean que nos hemos quedado en casa. Por eso hemos decidido, para este capítulo, pasar revista a nuestra pequeña Metrópoli. Los sitios elegidos responden, en parte a nuestros gustos y en parte a invitaciones, cosas de la vida… Habíamos pensado en hacer un monográfico de algún producto en concreto, rodaballo por ejemplo, pero lo dejaremos para otra edición de nuestro cuento.

La primera de nuestras visitas mensuales, la hicimos a Zalacaín, clásico entre los clásicos de la capital. Pese a que no entramos con demasiadas expectativas la verdad es que salimos contentos. Gran carta de vinos, muy bien gestionada por Custodio, decano de la sumillería española. Además de vinos poco habituales en las cartas madrileñas, ¡qué bueno estaba ese Batuta! Tiene alguna ganga en su selección, no nos extraña que más de uno pierda la cabeza con esa carta.

La comida, de escuela clásica con algún toque de creatividad, estos últimos prescindibles, funciona. No intenten cosas extrañas, los platos más clásicos son los mejores. Buena sala y buen, aunque algo antiguo, servicio. La verdad es que es, quizá, un sitio notable, pero con más esfuerzo podría ser como los restaurantes clásicos de París.

Nuestra segunda visita del mes fue a otro clásico donde los haya, el Club 31. En éste, sin embargo, la experiencia no fue nada satisfactoria. La sala ha perdido su “señorío”, la carta de vinos es absurda en cuanto a precio y selección y la comida vetusta, apolillada y sin demasiado sentido. Lo único que se salva es el servicio, pero más por voluntarioso que por otra cosa. Una pena, pero este sitio está en horas bajas, ¡ojalá remonte!

La tercera de nuestras visitas fue a Viridiana. Menú largo y muy Abrahámico, es decir, largo y ancho. Nos sacó algunos de los caballos de batalla del panorama vinícola español, Ossian 2005 Blanco que no nos convence nada, demasiada vainilla y madera para poca uva, peor que una modesta malvasía blanca tinerfeña, corta, pero muy bien elaborada, y un buen Puntido 2004, que a alguno de estos gorrinillos les gusta más que su familiar mayor, el famosísimo La Nieta. El menú no tuvo su mejor día, algún plato un tanto fallido. Lo mejor, un sabroso gazpacho de tomate R.A.F., un buen rabo de toro y un crepe de morcilla con salsa de pimiento. Esperemos que poco a poco retome su mejor nivel porque este día no fue para recordar.

Otra de nuestras visitas fue a la Casa de La Troya, ese escondido restaurante Gallego que ostenta una de las estrellas de la guía Michelin más veteranas de nuestra ciudad.

La sala no es bonita, la carta de vinos corta y con algún error en las añadas, pero suponemos que no es ni lo que se busca ni lo que se pretende. Aquí van a lo que van y la verdad es que el producto es excepcional. Unos berberechos de los que apenas se ven, un pulpo, unas almejas excelentes, buen camarón, y lo que de verdad hacen bien, los pescados. Son bastante espectaculares la merluza y el rodaballo (salvaje, salvaje) con preparaciones clásicas, pero excelentemente realizadas. No intentan nada raro, pero la verdad es que a lo que se dedican lo bordan.

Para rematar Madrid, nos hicimos una comida de platos clásicos en La Broche. Nivel excepcional, dejando una impronta de platos que ya forman parte de la historia gastronómica más reciente de Madrid ¿Dónde se pueden tomar unas sardinas mejores?, ¿y esas cocas que te transportan al mediterráneo?, ¿hay risottos mejores que los que hace Sergi de salmonetes? Todo un festival gastronómico.

Avisos para navegantes

Como este mes hemos hablado mucho de Madrid, no queda demasiado por recomendar, así que aprovechamos para hacerles una pequeña preview de lo que haremos el mes que viene. Tenemos gran expectación sobre lo que será el famoso “pabellón G” de Kassel sito en Rosas. En el próximo número les daremos detallada cuenta. Además de El Bulli, tenemos previstas visitas a la provenza Francesa y a Estambul… Ya les iremos contando. Como pequeño apunte crítico, cuando se hace una fiesta de cumpleaños y en un lugar de los top (jeje) de Madrid, como es Lavinia, uno espera que por lo menos le canten, sino Marilyn, al menos un camarero, al acabar de comer, sobre todo si te has tomado un mágnum de Krug del 79, un Marcassin del 93, un Caymus Special Selection del 97 y un Chateau D’Yquem del 2001, en honor a Parker. Menos mal que nos encontramos con Arturo Pardos, no el A.P. del blog de Maribona, y la velada se torno mágica.
Nuestra recomendación vinícola del mes, va a ser un vino dulce, ya que estamos “de dulce” por aquello de estrenar web, no duden en probar el Wittmann Scheureb Trockenbeerenausle 2003 con tan sólo 7 grados de alcohol. Nos han dicho que si lo pronuncian bien a la primera les hacen un descuento, pero aún sin él, no duden en probarlo.

Nos gusta:

  • Lo clásico si está bien hecho.
  • Los perrechicos.
  • Los vinos dulces alemanes.
  • Que por fin se mueva, aunque sea poco, el panorama gastronómico madrileño.
  • Los cocineros que tienen la personalidad de no cobrarte una comida cuando no han tenido su día, muchos deberían tomar nota.
  • Nuestro “webmaster” Daniel, gran bebedor de mojitos, que se se lo ha currado de verdad.

No nos gusta:

Este mes estamos de estreno así que nos gusta todo. No olviden visitar y recomendar nuestra web: www.los3cerditos.com. Nos encantaría nos escribierais y nos contarais vuestras marranogastrolocuras a loscerditos@gmail.com.

Y tras este nuevo número les dejamos con nuestra lista de puntuaciones. Hasta la próxima entrega.

Recuerden, lectores y Don Rafael, los cerditos lo ven todo, lo saben todo y no olvidan nada.
Hulu-hulu.

El Celler de Can Roca (Gerona) 18,25/20: Altísimo nivel, casi inmejorable. Además, el próximo cambio de sala que tienen previsto, tiene muy buena pinta. Visita imprescindible.

Zalacaín (Madrid) 13,5/20: Clasicismo, vino y servicio, pero no saben lo incómodo que es ponerse chaqueta y corbata cuando uno es un cerdo.

El Club 31 (Madrid) 10/20: Ni clásico, ni moderno, y encima no se come bien. No le vemos sentido a este anticuado local.

Viridiana (Madrid) 12/20: No fue una gran cena. ¿Cualquier tiempo pasado fue mejor?

La Casa de la Troya (Madrid) 13/20: Gran producto, de todo lo demás olvídense, pero esa merluza merece la visita.

La Broche (Madrid) 16/20: Cena de platos clásicos en La Broche. Sergi en gran forma, implicado y a tope.

La Taberna Laredo (Madrid) 11,5/20: Buen producto y buenos vinos. Aunque quizá falte alguno de los que anuncian en la carta tienen otros muy interesantes.

Samm (Madrid) 13/20: Digan lo que digan los demás, en honor a Raphael, siguen siendo los mejores arroces de Madrid. Complemente usted con unas buenas gambas rojas y estará cerca del paraíso. Carta de vinos, cristalería y postres a mejorar.